Las crisis económicas de finales de los 90’s y la acontecida en el 2008, las cuales nos han mantenido en una larga inestabilidad económica y laboral, alzándose de vez en cuando una recesión prolongada por meses, que afecta nuestra estabilidad social y por ende familiar, tocando fuertemente la cantidad de puestos laborales y por consiguiente mermando las oportunidades de empleos, ponen de manifiesto que los retos a los que se enfrentan las economías hoy, son cada vez más de índole social, cuestionando el modelo tradicional de crecimiento basado en la innovación tecnológica; por ello, en la última década, y de modo novedoso, la innovación social, ha ganado peso entre los emprendedores, profesionales y académicos, como respuesta a problemas que el mercado y el sector público no han podido solucionar (crisis económica, desempleo, pobreza, cambio climático, exclusión social o falta de desarrollo personal).
La innovación social como tal no ha empezado a tratarse más que a partir del año 2000 como el resultado de una confluencia de factores: la globalización, el cambio en la sociedad, la economía y la cultura, las limitaciones de las innovaciones tecnológicas a la hora de resolver problemas cotidianos. Todo ello ha sido alimentado por las recientes crisis, que nos llevan a proponer la recuperación a través de la innovación social 1.
Son por estas razones que este movimiento que toma elementos de la administración de las empresas en pro de las comunidades, surge como una alternativa de alta viabilidad a los modelos tradicionales de innovación, lo cual conlleva a un cambio en el papel de los ciudadanos y organizaciones respecto a la innovación; siendo partícipes y fomentando el potencial de amplificar las capacidades de actuación de la sociedad hacia el futuro. Por lo tanto, el objetivo es cambiar el papel de los ciudadanos, de meros beneficiarios de las innovaciones a ser partícipes y/o promotores del proceso innovador.
La Comunidad en su conjunto puede jugar muchos roles en el marco de las innovaciones sociales, pueden ser promotores o facilitadores de nuevas innovaciones, intermediarios, co-productores ó beneficiarios. A la hora de proveer nuevas soluciones en temas sociales latentes, las personas se comprometen mediante acciones sociales conjuntas, a dar cuerpo a un proceso de creación colectiva y generar su difusión; en este caso, los ciudadanos pasan de ser meros usuarios a jugar un papel más activo (emprendedores). Sus acciones transfieren información sobre nuevas posibilidades y oportunidades de productos, procesos, servicios, formas de comercialización y organizacionales que mejor aborden los temas sociales.
Los impactos de las innovaciones sociales han de ser juzgados en función de su capacidad por mejorar el bienestar de la comunidad y su calidad de vida; es así, que los resultados pasan por la identificación, el desarrollo y entrega de soluciones novedosas, efectivas, eficientes y sostenibles, respondiendo bien a las necesidades sociales existentes. Estos resultados pueden ser un producto nuevo o mejorado, un servicio, un modelo organizacional de producción y/o una distribución colectiva.
La innovación social es útil como elemento transformador que puede ayudar a superar las fases de estancamiento y de crisis económica. La innovación social es generadora del desarrollo económico, encontrando nuevas actividades al servicio de las necesidades sociales y con ello generando empleo; como ejemplo hay que citar que la economía social ha demostrado ser un importante yacimiento de empleo durante la crisis, con unas tasas de crecimiento de entre el 4% y el 5% anual.
1. Fernández T. et al., La innovación social como solución a la crisis: hacia un nuevo paradigma de desarrollo, Universidad Rey Juan Carlos, España.
Juan Pablo Gómez
ESSE Chile
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